En el parto
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Ya he pasado por toda esta locura una vez. Sé exactamente cómo se siente oscilar entre la ilusión, los nervios y la total falta de orientación como futuro padre. Por eso comparto aquí mis experiencias, para que estés bien preparado cuando llegue el momento.
Sinceramente, no puedes prepararte al 100 % para lo que viene. ¡Pero sí puedes informarte! Asistid juntos a un curso de preparación al parto, mirad vídeos y hablad sobre lo que deseáis para el nacimiento. Créeme, no quieres ser el tipo que se queda perdido en la sala de partos.
Sí, tú también deberías llevar una pequeña bolsa. Ropa cómoda, aperitivos (¡te dará hambre!), bebidas, un cargador de móvil y quizá una cámara para las primeras fotos del bebé. Tu pareja agradecerá que no tengas que salir corriendo a buscar algo en el último momento.
Las contracciones serán duras, para ella pero también para ti. ¿Tu tarea principal? Mantén la calma y estate presente. Sujétale la mano (¡pero no demasiado fuerte, podría apretarte!), recuérdale que respire y simplemente apóyala. Si grita, se queja o incluso te maldice, no lo tomes como algo personal. ¡Eso forma parte del proceso! Y si muerde, ¡no muerdas de vuelta!
A veces tu pareja estará tan concentrada en las contracciones que no podrá expresar claramente lo que necesita. Sé su portavoz, pero sin hacer de “médico jefe”. Asegúrate de que se respeten sus deseos y pregunta si hay algo que no entendéis.
Sí, será intenso. Quizá con sangre. Quizá abrumador. Pero no tienes que hacerlo todo perfecto: solo tienes que estar ahí. Sé paciente, anímala y aguanta. Y si te mareas: siéntate, pero no te desmayes.
Este momento es mágico. TU bebé llega al mundo, lo ves por primera vez y quizá incluso puedas tenerlo en brazos. ¡Disfrútalo! Y si puedes, haz contacto piel con piel: eso fortalece vuestro vínculo. Incluso si te hace pis encima, tómatelo con humor.
Tu pareja acaba de lograr algo increíble. Ahora te toca a ti apoyarla. Organiza, llévale comida, encárgate del papeleo y, sobre todo: simplemente estate ahí para ella.